El valor absoluto del periodismo local radica en su capacidad para generar pertenencia

Este ensayo fue publicado originalmente en inglés por el Instituto de Periodismo Lenfest, como parte de una serie de publicaciones sobre las ideas y conclusiones a las que llegaron los primeros becarios apoyados por la Constellation News Leadership Initiative.

Here is the original post and the full list of lessons shared by the inaugural class of Constellation fellows at the end of their 2020-2021 development program.


Las industrias periodísticas del continente americano tienen tanto en común como en contraste. Si bien el ajuste de cuentas en torno a los asuntos raciales es más fuerte en Estados Unidos y en Brasil, las conversaciones sobre las brechas de género, el elitismo y la inclusión étnica han sido centrales en el periodismo en México, Chile y Perú. Aún así, encontrar el nuevo mejor modelo de negocios necesario para mantener a flote esto que llamamos periodismo es una conversación transfronteriza, que se volvió mucho más relevante durante la pandemia.

Como bien dijo Jeff Jarvis, profesor de la Escuela de Periodismo Craig Newmark de CUNY, en su cuenta de Twitter: “el negocio de los medios ya estaba en llamas. El COVID-19 le arrojó gasolina”. Nos hicimos una mejor idea cuando el New York Times informó en mayo 2020 que 37,000 empleados de redacción habían sido despedidos, suspendidos o se les había reducido su salario desde el inicio de la pandemia. Los recortes operativos y la reducción de personal siguieron produciéndose hasta apenas unas semanas antes de las elecciones de noviembre pasado, cuando la desinformación, las noticias falsas y la manipulación política se convirtieron en problemas importantes.

La crisis económica creada por la pandemia ha afectado duramente a las empresas noticiosas desde principios de 2020, especialmente a aquellas ancladas en ser “máquinas de creación de contenidos”: que mantienen a sus periodistas buscando cualquier cosa con qué ocupar el tiempo de emisión, para que el medio pueda incitar a los usuarios a prestar atención a historias llenas de anuncios. La crisis global también nos recordó que el periodismo es un servicio que debe satisfacer las necesidades de la gente, en el momento específico en que lo necesiten.

A medida que la industria continúe evolucionando hacia un panorama más inclusivo, equitativo y diverso en torno a la dotación de personal y la cobertura, veremos la necesidad de desafiar nuevamente nuestras ideas y percepciones sobre la definición de una empresa periodística y lo que realmente hacen los periodistas para ganarse la vida.

En la era de la influencia, los periodistas pueden utilizar la tecnología que las personas tienen a su disposición para motivarlas, empoderarlas o ayudarlas a experimentar algún tipo de crecimiento. Las empresas de noticias, ya sea una organización grande o una sala de redacción de tan solo una persona, deben trabajar en colaboración con sus usuarios y seguidores para proporcionar la información que las personas necesitan para organizarse, tomar mejores decisiones o mejorar su sentido de bienestar.

Y como profesionales ávidos en la escucha y observación, creo que los periodistas se volverán más íntimos con sus seguidores y se involucrarán más con las audiencias para poder aprender qué necesitan las personas de nosotros, cuándo realmente lo necesitan y cómo debemos ofrecérselo.

Llevar el ejercicio del periodismo más allá de las historias, los productos y la creación de contenidos diarios es el paso hacia un pensamiento de servicio que nos preparará para el periodismo à la carte —que espero con ansias para darle forma. Porque, al final, este oficio se trata de generar pertenencia: ¿a quién le pertenece el periodismo? ¿Cómo crear un sentido de pertenencia para los demás?

Mientras encontramos el mejor nuevo modelo de negocios para la industria, particularmente para el periodismo local, necesitaremos cumplir con las expectativas de nuestras comunidades, las que nos consideran ser sus periodistas y no redactores que suplen a algún medio, y apegarnos a eso para ganarnos la vida. Nuestras audiencias pagarán por aquello que comparta sus valores y apreciarán a los periodistas que les atienden con transparencia, precisión e independencia.

El futuro del periodismo en las Américas depende de nuestra voluntad de resolver los problemas de la gente, de nuestra conexión unos con otros y de nuestra capacidad para hacer lo que mejor sabemos hacer —sin importar el idioma, la plataforma o el tema— para nuestra gente, con nuestra gente.