Preparar el desayuno para los hijos y el marido, trabajador en la industria textil que entra a las 7:00 a.m. y lleva los pequeños consigo hacia el liceo. ¡A limpiar se ha dicho! Pero no toda la casa, porque debe matar la chiva que ha de preparar para mandar al esposo al mediodía para almorzar.

Lavar la ropa para los 6 miembros de la familia, limpiar los trastes de la cocina después de batir dos jugos de lechoza y cereza, buscar los muchachos en la escuela, dar de comer al perro y preparar el fogón para la cena. Ehhh, cuidadito… ¡Qué no llegue ese hombre y huelas a carbón!

Bien peinada y dispuesta para cuando regrese el esposo. Saca el tiempo para hacer las tareas pendientes de los chicos, a planchar los uniformes y la camisa que ha de usarse el día siguiente y un cafecito para la vecina que acaba de llegar. Y si falta algo para la guarnición de mañana, búscalo en el motor del vecino y lo pagas a fin de mes.

Ni se te antoje pedir descanso, ni creas que tienes derecho a decir “Me cansé”…

